Es nuestra intención: facilitar un modo concreto de ayudar a los padres a cumplir con el compromiso asumido en el Bautismo de sus hijos.
La Catequesis Familiar tiene por finalidad, conducir a todos los miembros de la familia hacia un camino de maduración en la Fe, tratando que exista coherencia entre lo que el niño recibe en la Catequesis y lo que vive en la familia, teniendo en cuenta que aquello que los hijos aprenden de los padres, en un clima de amor familiar nunca lo olvidan ni menosprecian.
La Legislación Eclesiástica dice que: “Antes que nadie los padres están obligados a formar a sus hijos en la Fe y en la práctica de la Vida Cristiana, mediante la palabra y el ejemplo, y tienen una obligación semejante, quienes hacen las veces de padres, y los padrinos”. Código Derecho Canónico Nº 774.
“En los últimos tiempos, el término Catequesis Familiar, se fue aplicando a un determinado Método para preparar a los niños para la Primera Comunión. En él se invita a los padres, a ser los primeros transmisores del Mensaje Cristiano para sus hijos, y ser ellos mismos los primeros receptores del Evangelio. (...)
Así se capacitan para preparar a sus hijos a la recepción de los Sacramentos y continuar formando una comunidad creyente y evangelizadora (...) Esta Catequesis, tiende a involucrar a toda la familia en un proceso comunitario en la Fe” (Juntos para una Nueva Evangelización, Abril 88 Nº 81).
“La Catequesis Familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de Catequesis” (Catechesi Tradendae Nº 68).
Esto no es nuevo en la Iglesia, así lo indican los documentos de los Concilios de los años 813 y 892 de Arlés y Paris respectivamente.
Jesucristo, para ayudarnos a conocerlo y conducirnos al Padre, nos da la luz de la Fe, indispensable para llegar a Dios. Quien ha recibido la Gracia de la Fe, debe comunicarla a sus hermanos, porque guardarla para sí, sería extinguirla. Por eso proclamamos: “felices los que creen”, pero más felices aún, “los que además ayudan y enseñan a creer”.
Con ánimo gozoso presentamos el material de Catequesis Familiar para Segundo Año, habiendo comprobado que el primero, fue tan bien recibido por Párrocos, Catequistas y Padres de Familia de nuestra Arquidiócesis.
Sabemos que la Catequesis Familiar está dando sus frutos; sobre todo porque ayuda a la Familia, que tan sacudida está por la situación actual de la sociedad, a encontrar un momento oportuno para el diálogo con sus hijos, basado, nada menos, que en la PALABRA DE DIOS.
El Nuevo Directorio Catequístico General nos dice en su artículo 255:
“... La Familia, como lugar de Catequesis, tiene un carácter único: Transmite el Evangelio, enraizándolo en el contexto de profundos valores humanos. Sobre esta base humana, es más honda la iniciación en la vida cristiana: el despertar al sentido de Dios, los primeros pasos en la oración y la educación de la conciencia moral...”
En los textos de Primer Año, presentamos la Historia de la Salvación, centrada en la Persona de Nuestro Señor Jesucristo. En los de Segundo Año, trataremos el tema de LA IGLESIA, LOS SACRAMENTOS Y LA VIDA DEL CRISTIANO.
Nos comprometen para ello, las palabras de nuestro Arzobispo, Monseñor Carlos Galán, en el Documento del 8-IX-97, “Conclusiones del Primer Sínodo Arquidiocesano Platense”: “En el andar de este mundo, a partir de sus necesidades fundamentales, los hombres buscan la luz y la Salvación, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho Hombre, es el único Salvador a Quien muchos todavía no conocen o conocen a medias. ¿Cómo puede realizarse en ellos ese encuentro salvador con Jesucristo, cuando a Él directamente es imposible verlo? La Iglesia es el Misterio Viviente de Jesús, en Ella Cristo está ayer, hoy y siempre para dejarse ver, conocer y amar. Quien ve a la Iglesia ve a Cristo, porque es su Cuerpo Místico que camina en la historia del mundo”.
Confiamos en que este material que presentamos, sea tan provechoso como el anterior.
Luego de haber preparado el Material de Catequesis Familiar de Primera Comunión, entregamos ahora el de CONFIRMACIÓN, que como el anterior tiene la estructura propia de la Catequesis Familiar, si bien puede adaptarse, para la Catequesis Parroquial y de Adultos.
Destacando la importancia de la participación de la familia en la Catequesis, dice el artículo 266 del Directorio Catequístico General:
Los padres de familia, primeros educadores de la fe de sus hijos
“El testimonio de vida cristiana, ofrecido por lo padres en el seno de la familia, llega a los niños envuelto en el cariño y respeto materno y paterno. Los hijos perciben y viven gozosamente la cercanía de Dios y de Jesús que los padres manifiestan, hasta tal punto, que esta primera experiencia cristiana, deja frecuentemente en ellos una huella decisiva que dura toda la vida. Este despertar religioso infantil en el ambiente familiar tiene, por ello, un carácter insustituible”.
Es indudable que para lograr este ambiente religioso en el seno de la familia, es allá precisamente, donde debe comenzar la Catequesis.
En la preparación para la Primera Comunión, los catequizandos conocieron y aprendieron a amar a Nuestro Señor Jesucristo y a Su Obra, la Iglesia. En este tiempo de preparación para recibir el Sacramento de la Confirmación, nuestra misión como Catequistas, será entonces hacerles conocer la acción del Espíritu Santo, a nivel personal en el seno de la Iglesia. Ponerlos en presencia del llamado amoroso de Dios y ayudarles a dar un testimonio público de Fe, consciente y apostólico.
Tener Fe es encontrar a Dios y decirle Si a Su Palabra.
1º Año - Preparación para la Reconciliación
2º Año - Preparación para la Confirmación
3º Año - Preparación para la 1ª Comunión
Este itinerario se lleva a cabo a partir de la "Instrucción Pastoral sobre la Iniciación cristiana de los niños y el lugar en ella del Sacramento de la Confirmación" (PARA QUE TENGAN VIDA) de S.E.R. Mons. Héctor Aguer Arzobispo de La Plata. Por este motivo, la Junta editó un nuevo volumen, con los contenidos para 2º y 3º Año de la Catequesis Parroquial
Estos Encuentros para la enseñanza de la catequesis Especial son el resultado de varios años de dictado de clases a catequistas y la aplicación conjunta de estos contenidos a los niños especiales; por lo tanto, se expone aquí no sólo mi experiencia, sino también la labor realizada en colaboración con los catequistas que trabajan en el Instituto de Teología de La Plata, lo que ha permitido precisar y completar el contenido y metodología de estos Encuentros.
La finalidad de estos contenidos programáticos es que el niño discapacitado aprenda, como cualquier miembro de la Iglesias, a abrirse en el camino de la fe y a participar en la Misa Dominical; para ello se van desarrollando en los encuentros los temas del Credo, usándolos como sustento dogmático y con el fin de que el niño los memorice. La metodología personalizada que se imparte les permitirá participar de la Misa, en la medida de su capacidad. La Celebración Eucarística, con su propio ritmo de regularidad hace presente en forma concreta, lo que el niño recibe en la Catequesis, ejercita su frágil memoria y posibilita en buena medida su ubicación en el tiempo. La regularidad lo favorece.
Estos niños viven el presente. Los gestos, las actitudes, los cantos y las oraciones de la acción litúrgica hacen que se refuercen en el niño los conceptos aprendidos. Como estos conceptos han sido detalladamente explicados, la participación en la Misa resulta una actualización permanente del Misterio de Cristo, que es el contenido esencial de la Catequesis impartida. Por ejemplo, el “Aleluya” lo cantamos porque Cristo resucitó; y el “Gloria” con los ángeles y santos del cielo, porque nació el Salvador, etc. Todo ello presente anticipadamente en los respectivos Encuentros.
Para el niño discapacitado todo debe ser concreto. De allí que se haya comenzado por enseñarle la utilidad y beneficio que nos reporta todo lo creado, como don recibido de Dios. Esto facilita el paso a la celebración litúrgica, porque como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (Cat.I.C.), la Liturgia “comprende signos y símbolos que se refieren a la creación (luz, agua, fuego), a la vida humana (lavar, ungir, partir el pan) y a la Historia de la Salvación (los ritos de la Pascua)”.
Esta riqueza de símbolos en la Liturgia ayuda a percibir el Misterio presente en ella y la acción del Espíritu Santo, que derrama sus gracias sobre todos los fieles. Así la fe del niño se alimenta en la Celebración Eucarística y se acrecienta sobremanera, de modo que ella ilumina y refuerza cuanto él recibe en la Catequesis. Aquí es donde se nos ofrece la Liturgia como fuente de la Catequesis y al mismo tiempo como la finalidad de esta última.
Por otra parte la idea de familia reunida con Jesús, el hermano Mayor, se hace concreta en la Asamblea Dominical. Aquí la Comunidad Parroquial, con Jesús, reza al Padre, como Él nos lo enseñó, en la oración por excelencia del Padre nuestro.
Por fin, el Amor del Señor nos congrega, une y alimenta con su Palabra y con la Eucaristía, para que nosotros lo vivamos cada día en nuestros hermanos. Finalmente se ha de señalar que no se considera necesario hacer largas exposiciones dogmáticas, ya que todo el soporte teórico se fundamenta en el “Catecismo de la Iglesia Católica”, en la versión española, presidida por el Arzobispo José Manuel Estepa Llaurens, en colaboración con Mons. Estanislao Karlic y con Mons. Jorge Medina. Con tal fin se han agregado entre paréntesis, los números correspondientes de la parte del Catecismo que se puede consultar en cada tema.
Considero oportuno hacer unas últimas reflexiones, a título de meditación, sobre la función del catequista.
El catequista que medita la Palabra de Dios, tiene el soplo vivificante del Espíritu Santo. Porque la Palabra del Señor es siempre nueva, siempre fresca, como el agua que sale de un manantial inagotable. Siempre tiene una faceta por descubrir.
El catequista que hace suyo el mandato de Cristo, cuando dice: “Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación” (Mc. 16, 15), se llena de la fuerza que da el mismo Espíritu; que también mueve al catequizando.
El catequista que ve a Cristo en el hermano, porque Él lo aseguró, diciendo: “En verdad os digo: cuanto hicisteis a uno sólo, al más pequeño de estos mis hermanos, a Mí lo hicisteis” (Mt. 25, 40), percibe la alegría del encuentro con Cristo.
Es, pues, mi deseo que todos los catequistas seamos como la lámpara siempre encendida, que transmite claridad, paz y amor.
Con motivo del año de la Eucaristía se editó esta publicación como subsidio catequístico
Con motivo de celebrar el centenario de la junta Catequística se ofrece este volumen que traza una historia de la catequesis platese.